UN KAMIKAZE EN CASA
Escrito por Severo Vergara
He empezado a deshacerme por donde camino, en los lugares que habito, ¿qué habito? voy dejando-me una estela que va cayendo-me sobre el piso, una huella dactilar (capilar) del tiempo y de la pérdida. Cada pelo es un trazo, y estos trazos sin lugar en el mundo sinlugarenmí, son paisajes desiertos a los que no quería llegar, en los que estoy envejeciendo sin que pueda hacer algo al respecto. Un trancón de arreboles duerme arremolinado sobre el polvo que es mitad estrellas y mitad piel muerta, que también fue cuerpo y ahora en el piso, una nebulosa, un lienzo donde los pelos se des-dibujan. Detrás de mí un camino, una sombra, lo que no me pertenece, lo que se ha liberado, lo que aligera la carga, menos peso paso a paso, ¡Cuánto pesa! Un abismo largo como el más corto de los cabellos, me separa de ese que fui hace mucho tiempo, esta mañana, por ejemplo.
Es domingo y son las cinco de la tarde. Quiero escribir la soledad y me arrepiento. Me arrepiento, volteo a ver por la ventana, voltear la vista siempre, voltear la vista ahora, voltearla. Enumero el mundo antes de que se acabe hace mucho tiempo ayer. Tres niños juegan futbol, gritan diecisiete groserías y callan el deseo por el otro, tres niños crecen machos. Muchos niños crecen machos. Muchos machos crecen. El tacón de un zapato rojo se rompe y hace caer sobre las dos rodillas a una mujer en el cuarto escalón al frente de la iglesia, un milagro. Veinticinco nubes cansadas de cambiar de forma deciden arropar inmóviles el bullicio de quinientos carros en la cuadra. A un vendedor le quedan los últimos cinco algodones de azúcar para poder ir a casa a dormir la pobreza siempre despierta. En la décima publicación de Facebook donde tengo novecientos ochenta y tres amigos, conocidos, contactos, perfiles, me encuentro una receta para hacer poemas cortos: primero: primera vocal de tu nombre: e: quizás; segundo: Carga de tu batería: 61% a 80%: la solución es; tercero: mes de nacimiento: enero: crear historias hasta que; cuarto: estación del año favorita: no conozco las estaciones, pero siempre otoño, otoño: nuestras miradas se encuentren. Quizás la solución es crear historias hasta que nuestras miradas se encuentren. Vuelvo a la ventana, en ella un reflejo que desconozco, soy otro el que busca un mundo qué contar. Son las cinco de la tarde y un minuto, el domingo sigue ahí, acecha, susurra al oído un par de invitaciones a morir desnudo sobre la cama, noventa pastillas acumuladas, no debí dejar el tratamiento, dicen, nada ha estado bien, dicen, pero he aprendido a decir lo contrario. En Grinder una pareja de chicos busca versátil para un trío. Sin ganas de tender-me la cama encima respondo que tal vez mañana, que hoy no, que lo siento. No lo siento. El último mensaje no alcanzó a enviarse antes de que me bloqueen. Son las cuatro y cincuenta y nueve de la tarde, el domingo retrocede, se burla de mí, amenaza infinita. La punta del lápiz se rompe y deja una marca sobre la hoja, decido que sea el final.